Fue uno de los surrealistas más destacados de su generación. Víctor Brauner (Rumanía,1903-Francia, 1966), tras participar en los movimientos vanguardistas de su país, en 1925 se trasladó a París, donde en la década de los treinta se integró en el grupo surrealista, articulando una poética muy en sintonía con el maestro de ceremonia Andre Breton; y, posteriormente, en la posguerra, independizado de la disciplina surreal, al igual que lo hiciera Salvador Dalí, trazó su visiones utilizando el libre albedrío. Ahora el Museo de Bellas Artes de Asturias, en colaboración con la Galería Guillermo de Osma, de Madrid, que ya ha expuesto esta obra, presenta su discurso.
Son dibujos y pinturas que visionan inquietudes, personas, animales o plantas; una muestra en la que se aprecian rasgos de los códices aztecas y símbolos de los indios que poblaron el espacio de Estados Unidos, junto con elementos de la pintura naif europea. El interés mostrado por la zoología, que desarrolló en su época de estudiante, también se aprecia en los óleos, tintas y dibujos, de este autor que se dio a conocer en 1927 cuando, en París, traza un simbolismo de alto contenido poético.
Su relación con España tiene nombres propios como los del asturiano Luis Fernández, y el canario Óscar Domínguez quien en una discusión con Esteban Francés, al arrojarle un vaso, éste lo esquiva e impacta en el rostro de Brauner, dejándolo ciego de un ojo. Pero se impuso a la desgracia y mantuvo su proyecto creativo hasta los años sesenta del siglo pasado, una obra altamente representativa del mundo surreal que, en España, sólo se había dado a conocer en contadas ocasiones. De ahí el interés por esta exposición que se muestra en el Museo de Bellas Artes de Asturias hasta el 9 de enero de 2011.
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