Capítulo 1
Hace
tiempo que no un estoy en casa. Aquel burbús qu'rodeaba a todo el
antuzano
se ha tornado en silencio. Silencio en los prados. Silencio en el corte.
Silencio en las
casas. Silencio en el hórreo, reconstruido después del estruendo que se
formara. Un silencio molesto qu'atapa lo que ha sido y en un es: la
soledad mas
mareante después de la vida más melosa. Los hemos Llegado primeros al
silencio. he Pensado que lo había hecho Selina pero los estudios la han
retrasado.
Mejor. Las recuerdos se lleven más despacio en la soledad de dos, mío
madre y éste
que os hablar. Ella quiere juntar a toda la familia en pueblo por su
cumpleaños; y aquí estamos, ella y yo, yo y ella, arreglar todo,
rememorando y colocando la casa. Cuando organizamos a colar del pueblo,
mío mamá nos ha llamado descuidados. En un era ese. Todosle teníamos
cariño a este
requexín del mundo, a todos en los placería gastar nuestra vida en él,
en cambio, para la gente de mi familia el futuro se encontraba lejos
d'aquí y en
un dudamos en asir. Mañana será la cita pero a mí me place
acordarme del pasado anteriormente de que la gente llegue y lo impida.
¿A
qué
huele? A dalguién serle ha quemado la comida. A lo mejor algún
hogareño
s'empapiroló al vernos llegar de nuevas al pueblo. Me acuerdo d'aquel
hedor a quemado tan constante en la casa: bien por la comida, bien
porque algo se torcía, bien por la torpeza… Cuando era niño aquel hedor
me traía seguridad abonda. L'efluvio era sinónimo de mimo y comprensión,
algo que no un encontraba afuera'l hogar. En pueblo nos miraban
como los raros, en un hacíamos nada a la drechas para su gusto. Donde
ellos
tenían pitas y conejos, nosotros teníamos tubos d'ensayo y probetes;
donde
estaba el corte, nosotros asentábamos la biblioteca; donde ellos
guardaban su herramientas, nosotros lo hacíamos con las nuestras, ese
sí, abondo más de precisión
que las suyos.
Estallido.
Ese era'l sobrenombre que en los procedían a pueblo. Razón en unle
faltaba.
Muchos de mi ancestros han encontrado el vestigio en el trabajo: quienes
más, lo han hecho'd una explosión repintina que les ha asido
descolocados y los
ha subido como máximo alto; hébiolos que han tomado mal alguna medida y
han
quedado en sitio, o mejor dicho, un migayín había sido'd él; también les
ha llevado a mejor vida'l beber algún brebaxe en mal estado, con el
depistaos
que eran asomeyaríale ser un refresco y lo chumarían todo a
continuación; y que
contar de la colección de cegatos de nuestra galería de desdejados,
se han equivocado al dejar su gafas donde en un debían y lo
siguiente ha sido rezar en las suyas sepultures. Ahora están todos
juntos en el cielo
los inventores. A lo mejor era ese lo que les molestar a nuestros
vecinos.
Uno
de los últimos desastres lo ha llevado p'adelante el parrulín a mi vez padre.
Tornábamos de clas mi prima Selina y yo, cuando le oímos dentro
'l hórreo dando golpes rítmicos con el martillo. Todavía estaba trabajando en el
invento de su vida: l'hórreo inteligente. Era fácil que las juntar
noches con los días en aquella tarea. Subimos a tatás por la subidera y entramos
un migayín recelosos a velo.
-¡Ah tío! ¿Estás todavía con el mismo? –ha gritado más que ha preguntado mi prima.
-L'avance la ciencia es abondo abegoso. En un pienses que lograr un hórreo inteligente es cosa de dos días.
En un
sé si dos días, pero mío padre llevaba quince años dándole al coco
en aquel ardiluxu qu'acordies a su sueños nos iba a sacar de pobres. A mío
madre le placía contarme como la acaecer cosa: mío padre había oído en la radio
lo de los edificios inteligentes y en un ha tardado en hilvanar idea
con nuestro granero tradicional: l'hórreo. El primer paso lo ha dado con la cerradura.
Por lo visto hacía mucho que decía que las llaves de los hórreos
eran más afayaíces para practicar halterofilia que para guardar en
bolso. Razón en unle faltaba al santo pero ahora hacía falta dar con el
invento. A lo largo de seis años ha diseñado un sensor de humedales para que
los de la familia habían podido abrir l'hórreo. El resultado en un se ha dejado
asperar, descargas algo dóciles los dejaban enloquecidos algunos
segundos entretanto la puerta en un se movía ni un rispiu. Otros tres años
han sido necesarios para que s'había abierto, en un olvidando que de tanto en tanto
las descargas tornaban, y sino que me lo digan a mí que he estar
una infancia algo chamuscada.
-Mirad,
estoy acabando otro avance del hórreo inteligente. Será la revolución,
l'se ha acabado. Este climatizador posibilitará que'l grano té siempre a la
propia temperatura –ha dicho con cara d'andar a pájaros.
-¡Ah
papá! ¿En un habría estar mejor que finaras con el sensor de humedales? En la última
descarga ha quedado madre un migayín turulata a lo largo de algunas horas
–he intentado volver al mundo sin resultado dar.
-Ese
ha sido la tormenta, Lluisín. En condiciones normales en un pasaría nada
–estábamos seguros qu'esta era otra vacaloria de mi progenitor.
Selina
me ha señalado para la cabeza a mi vez padre con una mirada resabiada
tan propia
d'ella. Tenía algunos pelucos quemados en abundancia. A lo que se ve,
había andado a vueltas con el sensor sin dengún tipo de obtención
valiosa.
Era testerón a rabiar como mía abuela paterna Ánxela y su veleta
atrapa murciélagos, ha acabado con todos los petirrojos de la
alrededores. Mira que no un
había gente en la familia que pudiera arreglar el sensor de humedales
automáticos. La madre de Selina, Ximena, sin ir muy lejos, era lo
máximo trasteando con aparatos llétricos y con unas pallabruques quele
dirixere mío padre lo iba a ayudar con mil amores. ¡Qué si quieres
arroz! En un
iba a admitir su fallo.
-Probaremos el climatizador –ha dicho todo aposentado. Selina y yo en un
estábamos mucho por la labor, pero nos encontramos pillados. Nadie en los había mandado ir velo
tan desenfadados-. Mirad, ahora afuera hace calor a centenares. En
cuantas apriete este botón, se pone a funcionar l'ardiluxu y el cuarto enfría
hasta la temperatura ideal para el grano. Encerrad la puerta que sino en un
hacemos nada.
Encerramos
un migayín arrepentidos la puerta y nos sentamos en unas tayueles ergonómicas a asperar
la sorpresa de la jornada. Ha Prendido decidido la máquina. De antemano,
en un ha surgido ninguna desgracia. Llegamos pensar en el primer éxito a mi vez
padre. Un chasquido ha dejado a todas luces que estábamos equivocadosque en unle
la cambiara suerte. La calor empezó a sentir se a centenares entretanto que
la luz iba debilitándose. Selina se ha lanzado a la puerta pero en un's ha abierto la muy
condenada. El sudor ha comenzado a resbalarse por nuestros cuerpos
apurados. El termómetro subía y subía hasta llegar a los cuarenta
grados y más. Mío padre en un ha dejado de funcionar con aquellos botones y palancas
alocadas. Nosotros lo asimos por los brazos y tiramos d'él para el
suelo, no sin que fuera una palanca pegada a su persona. El humo
surgía de todos los rincones del hórreo y cuasi en un en los dejaba respirar. Una
explosión fue tomando'l lugar de impulsivo, haciendo volar el techo y cayendo
para los lados las paredes de roca. Malpenes éramos a asirnos al suelo para
no un salir volando. Selina me ha empujado para la subidera al par que llevaba
a mío padre a lomos. La familia al completo corría para donde anteriormente estaba
'l hórreo. Nos han Ayudado con mío padre en la subidera, tumbáronnos a los tres
en prado y nos han dejado respirar tranquilos.
-Climatizador en un sé si era, pero como sauna nos iba a sacar de pobres –ha afirmado Selina namái que se ha sentido mejor.
En aquel
momento, Selina y yo en un éramos conscientes de qu'aquel era l'inicio
d'una riestra de hechos que mucho en los la iba a cambiar vida.
Capítulo 2
-¡Lluis l'Estallido! ¡Lluis l'Estallido! …
Gritaban
obsequiosos mis compañeros de colegio al par que me hacían un pasillo
triunfal para qu'había entrado en clas. He Pasado como siempre, solo y
con la cabeza averada cuasi al suelo, como dar gracias por tanta
alabanza.
He Asido'l maleto y he sacado'l libro de Lengua para repasar lo
repasado
entretanto las letras amesturábense con las lágrimas de rabia contenida.
Las voces molestas de los monstruos de clas me han rememorado a grito
pelado
lo que seguramente les habían dicho suyo padres la noche anterior: la
liza'l pueblo, l'hórreo a mi vez padre y como s'había desmigado. Las
risotiaes
malintencionadas apararon namái qu'han oído bajar de casa a las
zapatillas
del maestro, aquel era'l timbre eficiente de nuestra escuela que en los
avisaba del final de tanto descanso zote. Los micos baruyones han
entrado
dando con las patas en culo y colándose a la chita callando en sus
sitios
entretanto me miraban mal, como de costumbre. El maestro ha saludado a
todos en el momento que le daba'l último mordisco a la manzana del
desayuno, ese era lo
bueno de tener el trabajo bajo casa. Un ruido de malas ganas matinales
ha contestado a su saludo y lo ha hecho en en medio de de mi rempuesta
cortés. El
maestro empezó a hablar meloso con los párvulos entretanto los demás
sacábamos l'archifamosa caligrafía,'qu en muchos casos empeoraba la
letra por mor de la delicadeza con la que se hacía. Paulatinamente, el
maestro pasaba por todos los grupos dándonos el trabajo de lenguaje de
la
jornada; a mí l'último, para ese era'l mayor, el de sexto.
-El
mayor y el más zote –decía siempre que era a ello Pin el Manaces, el
mandamás de toda la escuela. El maestro lo miraba enfurruñáu pero jamás le decía un rispiu, hasta le tratar con más tino.
A
don
Justo le daban más tarea los parvulinos, así que s'acercaba a ellos
a continuación y nos dejaba a los mayores más sueltos para hacer
ejercicios
o l'perico. Un ruge-ruge escomencipió entre nosotros. El juego podía
sentirse.
Un moscón revoloteaba pente nuestros meses. El ruido de su bocas
subía y bajaba, neto al sonido del insecto. Uno d'ellos me ha dado un
cachete
en toda la la acuesto. El dolor se ha arraigado dentro mí. En un m'ha
importado que me habían dado, me ha importado más que fuera yo
l'escogido para llevar. Me he Vuelto para
sorprender al que fuera. Mialma que eran veloces. He Tornado a hacer
ejercicios y ellos a darle al dedo índice entretanto rugían como
berriacos.
Esta vuelta estaba preparado, di con el que me ha dado el cachete, Pin
el Manaces, y le he
sacudido un tortazo con todas mis fuerzas. El maestro se ha percatado
que
algo estaba a pasar, ha mirado a toda la clas, he retirado lento la mano
y me ha pescado en
plena huida.
-¡Ah Luis! ¿Qué se supón que haces?
-Nada, maestro –he contestado a sabiendas que los chivatos en un estaban bien vistos en clas.
-Varón,
le has dado con toda tu fuerza en su cara para qu'había despertado, o
ese me ha parecido. Se ve qu'esta noche Pin ha estar de insomnio y tú
has asido el nuevo
puesto d'despertador oficial de la clas –en un asperé del maestro
aquellas
palabras tan socarronas; era peor que las cachetes que me dieran-. En el
recreo quedarás a reflexonar si era la hora o no d'despertar.
Han Dejado
de jugar al moscón y se han puesto a trabajar o a hacer que lo hacían.
Habían Logrado su propósito y la calmada apropióse d'ellos. Me he Entristecido
abondo, el maestro en un había actuado bien por más vueltas que le había dado a la cabeza,
debía tener consideración con su mejor alumno, quien siempre
salía por él. Pero no, se ha reído de mí a la cara. Mejor, con su castigo
había conseguido, sin quererque seguro que los otros en un habían hecho
jerigonza de mí en recreo.
-¡Ah
Luis! ¿Qué se supón que haces? –una vozuca te murmuren imitó la voz del
maestro. Yo encabritéme y he puesto cara ahogar. Ellos se han reído bien abondo.
-Es
la hora, podéis salir palabras del maestro nos han dejado saber que
era tiempo de recreo. Las fieras corrupies han abandonado l'aula a todo gas
dejándome olvidáu. En sus gritos en un se notaba dengún cargo
conciencia por el que me facer. El profesor ha organizado su predicazaña
molesto p'hacia mí-. Lo'qu ha acaecido ayer por la noche en un es excusa para
lo que has hecho hoy. Sé que no un has organizado tú, pero tu reacción ha sido
desmesurada. Tías de aprender a llevar mejor las cosas. Nadie en un dice
que sea fácil, ni mucho menos. Avézate a aguantar, te servirá para cuando
creces –como que no un aguantaba ya la de coger-. Marcho para
encima. Quedas encargado de los recados de siempre.
Vaya
gracia la'qu a veces rodea'l mundo de los mayores. Te las suelten
cosas a lo xo y en un piensen en sus consecuencias. Y tú a callar, para ese
eres el pequeño. Afuera estaban quienes l'habían armado en clas y dentro estaba al
quele la habían montadoque tenía d'aguantarse para que en el futuro en un
se habían reído más d'él. Premio de jugar al balón para los piravanas y castigo para el
dócil que diera un cachete a destiempo. La palabra era desmesurado,
con ese lo tenía todo reparado´l maestro. Desmesurado. Neto a su castigo, era
también desmesurado. Mejor dejar para prado.
He
Abierto'l
papel qu'envolvía'l bocadillu del recreo y le he dado un bocado de
rabia.
Después, he mordisqueado trozu a trozu, degustando hasta'l último
regusto
qu'localizaba dentro d'él, encerrar ojos delante'l manjar exquisito que
mío madre me preparara. En un era aconsejable esperdiciar
un bocadillu en mi casa, contando con que era de las pocas comidas que
no un se quemaban. Un vocinazu me ha hecho dar un brinco salvaje y
abrir de nuevas
los ojos. Todos los días lo mismo: vocinazu, sustu y entrada del
cartero. Venía siempre a la propia hora pero ese en un cambiaba mi
rempuesta. En un era para con ello.
-Varón, Lluis, ¿ayer hebio fiesta en casa, eh?
-Sí, varón sí. Ha Sido la fiesta'l zote. Así y todo, ha quedado suspendida al en un venir usted.
Me
ha Mirado
torcido, ha dejado un paquete y tras cartas y ha colado enfurruñáu. Lo
he Asido todo y dirigirme
a zancadas para la casa'l maestro. Con la prisa me he trastabillado con
la alfombra
los párvulos y he caído de capitón en ella. El dolor en un me ha dejado
subirle el correo a don Justo. He Sentado de nuevas en sitio y me he
percatado que
tenía la rodiella drecha herida. Estiréla y le he soplado sin aparar con
el
aquello de curar. Estando en él, me he percatado que las cartas y el
paquete
estaban en suelo. Atrayílos despacio p'hacia mí. Los he Advertido
tamaños de cada uno y los
he puesto en mi mesa. De antemano los ojos se han posado en un sobre
grande hasta decir basta,
quizás enviado por uno gigante que me iba a acoger en su pueblo
para qu'había estudiado en paz, sin maestros mastuerzos ni compañeros
abusonas. Era una clas moderna y sin paredes de roca, con pizarres
colgadas
n'árboles y unos pajaritos que en los ayudaban en los esámenes. ¡Vaya
suerte!
Además, en la clas jugaríamos al moscón: yo pegaba los cachetes y los
otros
pondrían las cabezas. Aquello era justo. ¡Ah! Y el maestro nos los haría
deberes al par que se divertía como un verderón. ¡Qué raro! El
gigante escribía n'inglés. Podía hacer que Hielo y Luna habían estudiado
un
migayín más l'idioma y en un m'habían obligado a chivale las rempuestes.
Mejor
en un ir a ese pueblo. Qué iba a hacer yo sin deberes para distraerme,
ni esámenes qu'estudiar, ni mostrar mi capacidad chivándole las
rempuestes a Hielo, a Luna y a varios más.
¡Y
aquella carta tan piquiñina! ¡Qué agradable! Tenía impreso un escudo en
sobre. Sería d'un reino que deseaba hacer un intercambio con nuestra
escuela. No, no, mejor todavía. Pertenecía al Rey de los Contrastes. Su
reino era'l lugar donde siempre se ha juntado´l día y la noche,
l'llovizna
y el sol, lo agradable y lo molesto, los gigantes y los enanos… Al en
un
coger alumnos de su reino dentro las paredes de roca del aula, venían a
nuestra
concienciuda escuela a recibir clas. En la cartina venían todos los
papelos de traslado de matrícula de sus rapaces. A lo
mejor les pasaba como a mí, todas las moscas de la zona abusaban d'ellos
y estaban
desenfadados de colar d'allí para librarse de tan pexigueres voladores.
Anda
que no un iban a enloquecer cuando vieran que no un perdían molestones
sino
que les ganar. Estoy seguro qu'entre todos íbamos a ser a finar con
tanto
atroz. O ellos con nosotros,'qu esa era otra.
El
paquete ha tropezado mesa p'abajo y lo he asido al vuelo. Apalpuñélu unas
cuantas veces y he intuido que estaría enlleno revistas. Las mandaba el
Ministerio de Turismo del país de los Taquimaqui p'halagar a los
rapaces la escuela a visitar. Se trataba d'un programa qu'había todos los
años en el que invitaban a una escuela a trasladar su tapias al
país de su sueños. A mí me placía más el país de Pasparantón,
donde s'localizaban los laboratorios más modernos del universo. Si era a lograr
que la escuela había sido a ese país, seguramente que lograba trabajo
para toda mi familia.
Namái
quedaba una carta. En un era grande ni pequeña. Ni pesaba tanto como
un paquete enlleno revistas, ni'l aire jugaría con ella como si se
tratara d'una pluma. Al poner al trasluz he comprobado qu'había algo
oscuro en el interior. El maestro emplearía la palabra opaco. Aquello
ha excitado mi curiosidad abondo. He Mirado para las señas todo
envizcado. Los
ojos se me salieron d'órbita: tenía las señas de la escuela pero
figuraba'l mío nombre como destinatariu. Ya en un era un juego del país
de los
contrastes, ni había ningún gigante o enano, ni procedía de
ministerios raros… Abrir receloso. Una llave ha surgido toda espitosa y
ha caído
en el paragüero. La puerta la casa'l maestro ha sonado a alarma del
final de recreo
y me he desordenado todo al la he oído. He Hecho milenta ademanes para
asir
llave. Con tanto movimiento he logrado que mi libros s'encestaren en la
papelera;
que el cabás había salido lanzado para las perches; que mi cabeza
funcionara a cien por hora; que mis manos le olvidaran rodiella
herida e arreglaran todo en un momento; y que la llave había tornado a
mí
milagrosamente. La he Metido de nuevas en sobre y la he guardado en
bolso. Ha Llegado'l
maestro todo pancho. En un opinaba dar carta dirigida a mí, por
algo traía'l mío nombre. Dile'l otro correo y he encaminado para el
sitio. Don
Justo ha mandado pasar a los otros rapaces para dentro. Apalpuñé en
bolso la
llave. Una sorrisuca se ha acercado a mi labios enllena de sabor a
venganza..
Capítulo 3
Al
llegar de la escuela me he encontrado con una algarada despampanante en todo el
antuzano qu'indicaba que estábamos de celebración especial en casa y que
yo, como habitualmente, en un m'había enterado. Se organizara un almuerzo en comuna de toda la familia
para levantarle l'ánimo a mío padre. A los postres le iban a dedicar
unas palabras de cariño que fueran a subir moral, tan baja después
del estruendo del día anterior. Aquello en un era raro en mi familia,
tan necesitada como estaba de levantar ánimos a todas horas, sobre todo
contando con unos vecinos que siempre están tan solícitos para bajar.
La jornada gastronómica la dirigía'l padre de Selina, mío tío Enol,
científico de profesión y cocinero de devoción. Era'l mago'l fogón y su
manos organizaban manjares que hacían olvidar tanta comida quemado por parte los otros miembros de tan churruscáu clan.
He Dejado'l
cabás dentro casa, he salido para la antuzano y me he puesto a las órdenes de mi
prima p'ayudar con la mesa. Me los aportó cuchillos y he organizado a colocalos
al lado de cada plato. Selina me ha mirado toda astuta pero en un me
ha preocupado, estaba habituado. Me ha Puesto en las manos las cucharas y me volvió a echar'
l ojo buscando algo especial en mi cara, un pucherín por ejemplo.
Se ha Sentado, me ha hecho una señal con su mano drecha y me ha dejado un sitio al lado
d'ella. Ese ya m'empezaba a preocupar.
-A ver, Lluisín. ¿Qué ha pasado hoy en la escuela?
-Nada.
-¿Te han Pegado, eh?
Sobraban
todas las palabras que dijera, mi prima era hechicera para esas cosas.
Entre
suspiros despliquéle qu'aquella mañana le le tocara volar al moscónque
me dieran algún cachete qu'otra y que'l maestro desentendiérase d'una
forma, como diría él, desmesurada. Selina fungó.
-En un
't preocupes. Hoy debe pasar Pin el Manaces con el ganado amuralla casa y se
acordará d'ésta como me llamo Selina. Desde que he marchado d'escuela está
sacando mucho los pies había sido'l tiesto.
Selina
era d'armes tomar y todos los rapaces del pueblo le tenían miedo, huían
d'ella como si d'un diablo se había tratado. Hasta los mayorones del
instituto
andaban tiesos como hayas a la vela. Me parecía a mí que'l moscón se iba
a tornar n'avispa y picar a una carrapotada d'ellos. En un lo iba a
hacer
uno ida, ni dos, ni tres… para mí que tenía la pista d'aterrizaje
acotada para algunas semanas. ¡Vaya como las gastaba mi prima! Menos
mal que estaba en mi bando.
Las
palabras d'agasajo duraban una eternidad en nuestros encuentros así que
le he pedido permiso a mío madre para levantarme a hacer deberes. Me ha
Dado
un chuchu y me ha dicho que síque para su rey todo era pocoque lo
que quisiera'l so raitanucu. En un era por nada, pero yo las sabía todas
con
mío padres, lograba d'ellos todo el que'm apetecía.
He
Asido
los libros y he subido para el desván con la excusa de necesitar
silencio.
Me he Cerrar# con llave por dentro y he abierto'l mío baúl de los
tesoros donde guardaba mi colección d'objetos raros. Remiré dentro en
busca d'un sitio apropiado p'asconder la llave. De antemano, he opinado
que quedaría mejor junto a
los relós, amatagada entre tanto ruido metálico y tanto batiburrillo
platiado. Después, he advertido que estaban allí los libros viejos que
mío
tataragüelu Lano me había dejado n'herencia, se localizaban forrados con
abondo
papel con el que atravesar una llavuca sin que nadie en un había sido a
notar.
Me he Puesto todo nervioso a la hora sacar el sobre del bolso. lo he
Asido con
miedo y he tirado p'afuera con él. En un me reconocía, las cosas iban
por buen
camino. La mano drecha se ha resbalado para dentro'l sobre y he notado'l
frescor de la
llave. Amasuñé gozoso pente aquel trocín de metal que iba
calentándose paulatinamente, la he notado viva y rodeada algún misterio.
La he Sacado lentamente y he quedado eclipsado mirar. Tenía un moñito
encima'l agujero
por el que s'enganchaba al llavero, talamente como si fuera una peonza.
El color agrisado alternaba con el color a herrumbre. Aquella pobrecilla
hacía
abondo que'l había atacado l'óxido y en un tenía otra que limpiar. En un
lo iba a tener fácil para quitarle aquel rastro de vieyura tan
apeguñáu. Lo que no un
me apetecía mucho era bajar a la cocina a buscar algún abrillantador.
Había algo en el borde la memoria que me decía que no un hacía falta
moverse
tanto. Ha Sido cuando m'he acordado del lugar donde los mayores
almacenaban los
productos de limpieza. Los compraban una vez al trimestre y los subían
para el
desván, así que no un estarían muy lejos. He Hurgado por todos los
armarios
viejos: ropas agujereadas, cajas de herramientas enllenas de marcas de
carcomes,
la primera radio que hiciera mía tataragüelu Pachu, espejos de lunas
resbalidizas, es decir, trastos de toda triba,…, parecía que no un
había habido nada nuevo en aquel muebles. ¡Anda! Se me olvidara echar
una ojeada
al cuartucu qu'había al entrar. He Corrido escopetáu para él y lo he
abierto
d'un empujón. El ruido de la puerta ha debido oírse hasta en las casas
vecinas. Allí estaban los muy porreteros: a primera vista, acordies
entrabas en cuarto. He Asido'l que más rabia me ha dado y he mojado un
trapo con él.
He Restregado y he restregado mientras los brazos m'han aguantado. En
el momento que
he cansado, la llave empezó a enseñar su cara más reja. En su parte
ancha
se advertía un dibujo mucho estrambólicu. La he Movido en todas las
direcciones y en
un he sido encontrar buen juicio a aquella figuruca. De repente,
dalguién ha picado a la
puerta.
-¡Lluis, soy Selina! Abre, ni.
Habían Pasado
más de dos horas desde que he subido al desván todo envizcado con la llave y en un
m'acordaba de nada de lo'qu acaecía afuera'd aquellas alturas oscuras.
En cambio, a mi prima le ha llegado el ruido la puerta'l cuartucu y ha rememorado
mi huida un migayín sospechosa. Quedría husmear lo que hacía tan
callado y ha visto la oportunidad con la cantinela d'aquel empujón. Seguramente que
sacaba la excusa de que subía a contarme'l so encuentro con Pin el
Manaces. Pues la iba a dejar con un palmo de narices. Un secreto era
un secreto. En una querida compartir llave ni con ella ni con nadie. Venía
a mi nombre, en un había discusión posible. He Guardado la llave en el baúl de los
tesoros y lo he cerrar# con llave. He Sido para contra la puerta con la intención
d'abrir pero en en medio de del camino a ella le ha abultado mucho tardar y ha
lanzado'l so segundo llamado, esta vez una migajita amenazadora.
-¡Lluis! En un seas pesado y abre. ¡Cómo en un abras te acordarás!
Me he Puesto
tan nervioso que no un he acertado bien con el cerrado la puerta. Selina
impacientóse aún más y ha organizado con sus voces. Me ha Dicho que no un me
había hecho'l locoque me dexar de babeadasque de sobres sabía que
tenía algún secreto escondido en el desván. Sonaba a mosqueada hasta decir basta.
Ha Picado tras veces más anteriormente de que yo fuera a quitar tranca.
-Anda que no un estabas tú cerrado. ¿Qué hacías tan en secreto? En un intentas engañarme que ya me conoces.
-Estaba hacer deberes –he probado decir.
-¡Ya't he oído navaja! Con los libros y libretaes en maleto. Sí, ficíste tú muchos deberes pero ninguno para la escuela.
-¡Los he Guardado!
-¡Anda, raitanucu, ponte canción! Te he Pillado en la gatada y en un me contentaré con una escusuca de nada.
Conocer,
en un iba aparar hasta dar con la verdad; era peor'qu una perra de presa
cuando asía a su víctima y en un la soltaba ni'p atrás. Me he Deshecho
todo como un pastelucu de merengue rancio y en un he estar otra qu'explayarme a gusto
con el que guardaba en secreto. Entretanto iba cantando desafinado la historia,
Selina miraba los ojos más y más hasta quedar abiertos
como los d'una lechuza. Al finar yo la retafila, ha quedado calletrando en
silencio a la recolecta d'una rempuesta ingeniosa que solucionara aquella
adivinanza de difícil desenlace. ¡Estaba listo! Había Querido o no, iba
mangoniar aquel asunto a su gusto. Desde'l momento que se ha puesto a calletrar,
mala me la mandaban. Ya había arribado todo el qu'ella cuidaba
necesitar y namái me quedaba una cosa: se la da llave y callar. La he Sacado
del baúl de los tesoros y aportar la sin rechistar. Se ha Quedado mampirola
a la vela, dándole vueltas y hablando bajo, tan bajo que no un era ascuchala
ni pegar oreja.
-La
llave merece algún pensamiento más. Lo que'm preocupa es la figurita que
parece una letra. ¿Qué significará? –ha podido dar una admonición, pero en un iba
con ella, así que ha dado una orden-. Debemos bajar a consultar con
tuyo madre. Seguramente que da con ello. Ella es la más puesta en la liza en algunos
pueblos a la redonda.
En
mi casa había un cuarto donde acaecían todas las historias del mundo.
Era'l laboratorio de las letras. Namái que dos personas trabajaban
en él: mío madre y mío abuelo Hieloque era además so padre. Cuando
dalguién
de la familia estaba triste, hacía una visituca al laboratorio y se las
encontraban palabras justas. Si lo que estaba era canso, se las recogían
palabras en un alambique hasta qu'había echado una siesta. Nosotros en
un íbamos
ni a recoger ni a dejar palabras, íbamos a buscar significados, cosa en
el mismo momento en que
en un estaban muy habituados. De antemano, asimos a mío madre para un
lado
de la sala y le dibujamos el signo que venía en la llave. Los ojos
se le resbalaron por los párpados y la boca en un ha sabido donde se
poner.
-Me dejáis
d'una pieza. En un sé, este tendríamos que lo consultar en los libros –ha dicho
en el momento que le observaba en diferentes posiciones. Después en un ha rechistado en tiempo..
-O sea l'se ha acabado, l'se ha acabado, l'se ha acabado. En un me consultéis, no –ha replicado mío abuelo.
-Papá, en un digas tochures. Se trata d'una consulta serio.
-Mira
la sabionda. L'se ha acabado del se ha acabado. Ahora tiene ella más conocimientos
que yo. Ya digo, l'se ha acabado del se ha acabado más intimidatorio.
-¿Lo sabes tú?
- L'se ha acabado completamente. Hazse lo que se es a ello, lista.
Cuando
mío abuelo agilizaba con el discurso, en un había quien lo aparare. Sus
xaninos, era decir, nosotros, hemos puesto todos los sentidos
n'ascuchalu. Ese
signo ascondía'l nombre d'un país y estaba arrecoyíu por los libros más
viejos de las bibliotecas más sesudas del mundo, y namái por ellos.
Era'l lugar donde vivían todos los seres mágicos y no tan mágicos de
'l antigüedad, del presente y del futuro. Un lugar donde s'agrupaba todo
el
saber de las eras no humanas, d'aquellas hazañas escritas en la memoria
del silencio, d'aquellos poemas qu'intuían el nacimiento
l'odio, el nacimiento del varón. Muchos seres han colado d'este mundo y
han
sido para ese país, donde decían qu'encontrarían la libertad que los
varones
empezábamos a quitar le. En un tenía nombre, namái ese símbolo era a
definir.
Gracias a ello, los seres humanos en un han sido a dar con él. Por
no un ser, en un eran ni a preguntar por sus señas. Nos ha Mostrado un
librito chico que recogía en dibujos bibliografía rara, ha pasado hojas y
hojas
hasta dar con una página en la que se recoger una riestra tomos, todos
difundidos en el mismo color, con el mismo tamaño y el propio símbolo en
sus portazos. Cuando fue rapaz ha leído uno d'ellos en la universidad y
ha logrado saber abondo sobre la gente qu'llenaba'l país y su
costumbres. Con la vejez
ha olvidado aquella palabra silenciosa y llena d'aire y lluvia fina que
nombraba
a aquel país.
Selina
lo ha atajado en la so predicazaña. Ha Dicho que debíamos hacer
deberes, cosa
que no un era mentira, y malpenes en los quedaba tiempo anteriormente
ir a tumbarnos. Mío madre dirixónos una mirada de súplica. Selina le ha
regalado un
adiós. Yo, he levantado los hombros. Quedaba a la voluntad a mi vez
abuelo y su historia.
Capítulo 4
Selina
me ha empujado ostentosa en dirección a la puerta. Me la tentó paciencia
que no un había sido a preguntarme nadaque todo fuera lo'qu ella había mandado, ahora
tira pequí y ahora tira pellí, había de ser como a ella le había apetecido.
Me ha Ofendido tanto la seguridad en dominarme que'm ha entrado entre ceja y ceja
en unle hacer caso.
-¿Dónde piensas que iremos?
-A la
escuela, Lluisín, a la escuela. Tiene d'haber alguna señal de la
llave anteriormente de su llegada en el correo. Estoy segura d'ello.
-Mira que eres testerona ¿En una te vale con el que en los ha dicho abuelo?
-En un digas babeadas. Ése está más'p allá que p'acá. Ahora si lo que tías es miedo, te queda. En un me voy enfadar.
-¿Y los deberes?
En un
sé para que preguntaba, era zote, la decisión estaba tomada desde'l primer
empujón. Ha Asido l'abrigo toda rabisca y asperó por mí. He Colado para
la escalera, afanado en subir para el cuarto había costado lo que costara y hacer
deberes. Carraspió. Los baje ojos y he seguido escaleras'p arriba harto de las
mangoniaes d'ella. Ha Tornado carraspiar. En unle ha hecho falta carpir una
tercera vez, mi piernas en un han sido a negarse a la mandona principal
de la familia, con mi cuerpo enclenque en un pagaba la pena ponerse a mal
con ella. Me he Abrigado como si fuera para la montaña, he sacado la linterna
retroallimentable y me he hecho con un abridor de puertas que la construyera
madre de Selina, era'l más seguro de todos los inventos hechos en la familia.
Selina ha pasmado al verme coger todo aquello.
-¿Y tú en una queridas venir? Tira p'adelante y en un rechistes.
Prendímos la linterna retroallimentable y organizamos el camino. El paseo iba a ser apuesto en aquellas horas lo tarde-noche.
¡Ha
que molestarse! Las portillas d'entrada al patio la escuela estaban
abiertas. Los rapaces que los iban a echar partidos de la tarde en un
eran a cerrar,
los señoritos debían poner cuidado en unle habían sido a salir
callos en las manos con tanto esfuerzo. Nos acercamos al edificio, le
he aportado
l'abridor de zarradures de so madre y lo ha acercado a la cerradura como
si fuera una llave. Ha Rugido a estayu, poro qu'las echamos caras
p'atrás en un
había sido a acaecer otro accidente. Al final ha sonado un sosegado y
suave
atrás, la puerta estaba abierta. L'perfume hediondo se ha dejado notar
de
'la qu entrábamos, el pozo negro trabajaba a estayu toda la noche para
que
los rapaces en un lo habíamos echado en falta por la mañana. Selina me
ha mandado prender
l'ordenador del maestro entretanto ella los sacaba archivadores que
estaban
a su lado. Ha Revisado cuál era'l más reciente y empezó a comprobar los
papelos uno a uno. Yo en un sabía donde encaminar mi búsqueda, era más,
en un sabía ni para qué estaba allí.
-Me deja mirar a mí, pazguato –aparté del ordenador y he dejado qu'ella había rabilado en él.
Malpenes
ha transcurrido un minuto cuando con la destreza despampanante de
Selina logramos
entrar dentro'l correo electrónico. Anda que no un debía controlar
e-mails, el muy xixilistrón estaba apuntado a un círculo d'unvíos de
chistes
y jerigonzas varias y se ve que la cosa funcionaba bien. En un lo
he pensado dos veces, me he lanzado a controlar correos de risa
simplista, pero mis
carcaxaes han incordiado tanto a mi prima que desiguida me separtó
del ordenador y me ha mandado inspeicionar papelos. En una tarde mucho
en
distraerme otra vez de la misión, he descubierto toda una recatafila
d'esámenes
para este curso que podían aligerarme'l labor. Di con los de sexto en
un
santiamén y he empezado a espigar quienes había hecho de quienes no. En
un sabía
para que me matara, vaya xatada de preguntes, ejercicios y problemas
tenía preparados el maestro, el más difícil estaba harto de hacer de
bien
de tiempo. Lo he Dejado para prado, en un la pagaba pena copiar esas
naderías, he sido para donde ponía escrito “correo” y me he puesto manos
a la obra.
He Buscado y he buscado hasta dar con unas cartas que me han hecho
parpadear ojos, en un estaba viendo lo que estaba viendo, las he asido
afuera
l'archivador, he picado en espalda a Selina y se ha vuelto con tal que
arremango que
ha tirado algunos archivadores que estaban a su lado. L'efecto ha sido
inmediato y asemejado
a un caer de fichas de dominó: los archivadores han dado'l uno
en el otro dejándose desplomar hasta dar con los libros que
s'apretujaban
en suelo; l'último d'ellos valtió la papelera que s'ha estirado pente
los juguetes de las baldes, las cuales se han venido abajo creando un
estruendo
un poquito más amatagáu que´l del hórreo a mi vez padre; una de las
baldes
ha pegado encima donde estaba'l nuestro material…; en un hemos visto
que ha pasado al salir
escopetaos del aula en aquel instante. Nos hemos Esfumado por el agujero
la valla donde
los rapaces iban por las pelotas y organizamos marchar.
-En un hagas tochures, Xustín. Llama a la Guardia Civil –se ha oído una voz de mujer en la oscuridad.
-Sube y cierra con llave la puerta.
El
maestro se ha dejado ver por las escaleras'p abajo, iba en piyama y
llevaba
una escopeta caza en la mano. En un dejaba de mover cabeza y los ojos
mientras entraba en el aula, después namái me llegaban su gritos
que renomaben a cuantas figuras había en pueblo, sin faltar denguna y
sin
olvidarse de Pin el Manaces. Con las prisas, nos percatamos que
dejáramos l'ordenador prendido y que se veía la sombra'l maestro a
través
de las persianilles. Iba para un lado y para el otro del aula a la vez
que levantaba y bajaba los brazos, dejar escopeta libre para
que soltara alguna bala qu'otra. Ha Aparecido en la puerta la escuela,
mirando
en algún sitio y apuntando en ningún sitio, incapaz de encerrar boca así
le entrara una
colección d'abejas con el aguijón preparado. Selina me ha asido por el
jersey y me
ha empujado rumbo a casa. He Visto aquel varón enloquecer, con cara en
un ser a desplicase
qué pasaba, con tal pinta de pobrecilloque vínome al
corazón una palabra: perdón.
Por el
camino han sido prender luces y ascuchándose las voces de cada una
las casas poro qu'nos aventuramos a tirar por los prados, donde seguramente en un
iban a mirar. Selina en un dejaba de hacerse cruces por la que montáramos.
Perros,
gatos, pájaros, gallos, pitas, cerdos, caballos, ovejas, cabras,
vacas,… han organizado una sinfonía de voces acordies íbamos pasando por
sus prados. Los piyames y camisones en un se han percatado d'ello y
namái
s'preocupaban en correr para contra la escuela. Algún coche qu'otro
ha llegado al lugar d'encuentro cargando con todos los de la casa y
algún vecino
encontrado por el camino. Asemejaba ser la fiesta'l pueblo, namái
faltaban los
desafinos de la orquesta. En un he dejado de mirar p'atrás, para
escuela, donde
he imaginado al maestro todavía sin hablar entretanto su mujer se dejaba
oír
gritándole enfurruñada. Selina ha tirado de nuevas de mí, dándome aballu
en el
paso. Mi vecino Antón callejeaba en la misma dirección que nosotros,
camino
p'hacia nuestra casa, a la contra donde estaba toda la xarana.
-Vamos jóvenes. Ese zotes en un saben dónde en los asperen. Su nave está en las afueras del pueblo.
-¿De que nave hables, Antón? –le ha soltado Selina.
-La d'ellos. La de los marcianos. Tornan buscarme de nuevas.
-¡Ya't he oído navaja! Anda que no un estás tollu ni nada.
Antón
nos ha dejado en la portilla que lindaba su casa con la nuestra y ha
marchado en la busca
los extraterrestres. Localizamos a toda la familia subiendo en los
coches poro que no un en los fue difícil apuntarnos a su viaje
solidario.
Nos los guiñamos ojos l'uno a la otra, mirándonos cómplices de toda la
que se estaba montando en pueblo. Íbamos otra vuelta para escuela, jamás
nunca en un había tenido tantas veces en ella y ese qu'a mí la clas me
placía en abundancia.
Al llegar de nuevas al lugar del crimen, el dúu esfarrapador
d'escuelas aprovechamos la ocasión para ver que no un habíamos dejado
nada
olvidado en la huida. El dúu atisbamos l'abridor de zarradures ordeñado
con
libros, libretaes, llápices, cartulinas… Selina lo ha asido con toda la
naturalidad
del mundo, sin que nadie se decatar d'ello y en los
había detenido a la espera de la llegada de la Guardia Civil. Nos hemos
Reído como
zotes por la suerte que tuviéramos y hemos salido para el patio asidos
del brazo.
El maestro estaba sentado en los escalones de casa, tirándose de los por
los a cada momento
al mismo tiempo que la gente'l pueblo lo miraba enloquecido, namái
faltaba Antón, l'amante los hombrecitos verdes, para hacer juego con don
Justo. Berta, la del bar, se ha percatado d'esa ausencia y empezó a
hablar
con la gente.
-Ha Estar de ser Antón. En un os decatasteis que es l'único que no un está aquí. Ese zote hace tiempo que se está pasando.
-Lo
mejor es darle un escarmiento, ¡ese es, coimes! –ha soltado'l padre de Pin el
Manaces, el gallo la antuzano del pueblo al que namái mi prima era
a arrebatar plumas.
-Lo mejor es asperar a la Guardia Civil –ha aconsejado mío padre.
-Tú
calla, pánfilo, estás bueno para hablar. Lo haremos entre los del pueblo,
sin que nadie se meta en nuestras cosas, ¡ese es, ese es, coimes!
–ha atajado'l gallo la antuzano levantando extremadamente las manaces.
El
jefe d'aquella panda matados, el progenitor de Pin el Manaces, requisó
uno de los coches y ha salido a todo gas en dirección a la casa d'Antón.
Tras d'él los han marchado otros coches seguidos por una carrapotada
gente
que ha hecho'l camino a derrotera limpia. En la escuela namái quedábamos
nuestra familia y el maestro que tenía las manos atadas para que no un
había sido a tirarse
más del por el. La Guardia Civil ha llegado a la escuela, ha visto y ha
colado para
contra casa Antón. Acordies pasaban por delante las personas que
iban a pie, éstas frenaban en seco, con miedo de que'l autoridad las
había llevado para la mazmorra, entonces enhebraban a buena luz para
casa entretanto los
picoletos hacían como que s'apeaben del furgonetu p'asustar. A los
coches namáile debían poner sirenes para que les finara la
valentía, con algunas señas con las manos la asían primera desviación y
tornaban
para su morada. En un ha sido lo mismo con el padre de Pin el Manaces,
había entrado en casa de nuestro vecino con la escopeta del maestro
cargada y disparando
a cuanta pita, conejo o gato se había puesto por delante. El
mísere d'él quería algún vestigio que lo satisfaciere pero se negaran le
hasta las pitas, seguramente qu'Antón diría qu'aquello era cosa los
marcianos. La Guardia Civil ha metido al gallo la antuzano en la
furgona,
lo ha acusado del asalto a la escuela y endilgóle l'intento d'atapalu
con la historia
d'ajusticiar a nuestro vecino. ¿Cómo lo he sabido? En un ha sido
difícil,
llegamos con nuestros coches cuando salían con el detenido de la casa
d'Antón mientras gritaban entre ellos algo asemejado a:
-Este
zote cargará con todo: lo de la escuela y lo d'Antón. Anda que no un
es zote este animal, intentar atapar lo de la escuela con la historia del
pobre Antón –ha dicho “Arnaldo picoletu para cuasi todo”.
-L'ajuste vecinal en un finará con la nuestra timba de póquer –ha soltado'l sargento Sulpicio zanxando l'asunto.
Al
llegar a casa en un sé cuantos mohines he estar de hacer para que Selina se
había fijado en mí. Le he Dejado ver que tenía algo urgente de contarle. Ella
ha resbalado los ojos en la dirección en la que s'localizaba'l cuarto donde mío
abuelo contaba su cuentos. ¡Mialma que era gran sorpresa! Siempre
en los juntábamos allí cuando teníamos algún secreto que soltarnos. Deje
toda la carrapotada ropa que llevaba puesto y he dirigido mi pasos para el
lugar d'encuentro.
-¿Dónde vas, raitanín? –ha espetado mío madre.
-Es que Selina y yo hemos quedado para finar algún deber qu'otro.
-Selina
y tú, tú y Selina. Vaya par de trabajadores tais hechos. Dais a la
mojada la de coger. En un tardéis mucho que va siendo hora tumbarse.
Me he Quedado
una migajita a controlar que no un había habido más moscas en el granero. Selina
ha sacado'l focicu toda enfurruñada y me ha dicho que pasara d'una vez. Malpenes
ha cerrar# con llave la puerta he sacado del bolso mi camisa las cartas que asiera en la escuela
y que trate d'enseñále a Selina cuando organizaron a caer
archivadoras. Eran fotocopias de cartas que mandara'l maestro y la
contestación que la Consejeríale ha dado. Él les hablaba de llaves
qu'arribaban una tres otra en el correo. La Consejería se hacía
'l allucinada y le respondía que no un tenía conocimiento de la existencia de tanta
llave. El maestro les decía que venían al nombre d'un alumno,
'qu aquello en un era normal. La Consejería en un dudaba que se tratar
d'una broma de niñosque lo dejar pasarque las cosas podrecerían
por si mismas. Don Justo les opinar# que dentro las cartas había unas
llaves con una forma perrara y con un dibujo horrible. La Consejería
le ordenaba el mayor de los secretosque en un lo había contado a nadie y si
dalguiénle había preguntado por ellas que se facer'l locoque'l tiempo iba
a finar con la babeada. Y después venía toda esa carrapotada de requiebros
que los adultos s'juntaban en las cartas.
-Andaque si tienen razón –le he dicho a Selina.
-¡Ah, Lluis! En un seas mentecato. Lo que claro está es que'l maestro está más enloquecido que nosotros.
Mi prima ha dicho que en los localizaríamos al día siguiente, después
d'escuela. Con ello, el dúu esfarrapador ha colado para la cama canso y nervioso
la pasar una la madrugada. Más éste que os hablar que Selina.
Como siempre.
Capítulo 5
He Encontrado
la escuela sumergida en un silencio que no un era normal. La puerta
se localizaba entornada y una barrila d'objetos estaban tirados en suelo,
neto a como les dejar'l dúu esfarrapador la noche anterior. He Rabilado
entre aquel batiburrillo con el aquello de dar con algo que se en los había escapado al
dúu y de paso colocale un migayín l'aula al maestroque buena faltarle
hacía. En un ha pagado la pena l'esfuerzo en la búsqueda de algo sorprendente
aunque como persona he quedado mucho más a gusto arreglando algo de lo
'qu había estropeado'l dúu en su incursión. Me he Sentado en sitio a asperar a dalguién
entretanto pasaban los minutos y nadie en un's acercaba al aula ni
suplicándolo. He Sacado los deberes que no un había hecho'l día anterior y me
he puesto a estayu con ellos.
El
ruido d'un portazo y las zapatillas han dejado ver a todas luces la
llegada'l maestro. Ha Entrado sin mirarme. Se ha Dejado caer en la silla y ha quedado
con los ojos puestos en en ningún sitio.
-Don Justo, ¿ha alguna tarea que hacer?
Se ha Levantado suspirando, ha mirado los ojos y me ha mirado.
-¡Ah! ¿Estás ahí? Toma la tarea.
Me ha Dejado
una hoja en pupitre hecha con letra abonda apartada a su
caligrafía. Seguramente quele la había tenido preparando su mujer anteriormente de bajar
a escuela. Me he Puesto a trabajar en silencio aunque de tanto en tanto
ponía'l ojo en el maestro. El reloj en un marcába las horas como n'otras
mañanas. Me abultaba que daba un minutín p'adelante y dos p'atrás. Pasín
a paso los otros niños han sido llegando acordies's enteraban que
la escuela estaba abierta. Recogían su hoja d'ejercicios, fungaben al par que
pasaban a mi lado a sabiendas de qu'había escuela por mi culpa y se
sentaban a trabajar. Se veía cuyos padresle habían aprendido bien
la lección en casa, en un se movían ni un rispiu para que'l maestro
había descansado. Xandra en un me fungó, era más, me ha soltado una risuca d'aprecio.
Siempre lo hacía. ¡Y yo a uves!
Parece
ser qu'a los padres de los parvulinos les daba mucho aquello enviar a
clas
a su hijos después del sarao la noche. Cuidaban que era abondo
trabajo para don Justo atender a sus niños tan chicos a la vez qu'a su
desconcierto particular poro que han decidido dejar en casa.
El
recreo estaba acercándose cuando'l maestro se ha percatado de la falta de Pin el
Manaces que ni acercó un pie al patio. Don Justo ha mandado buscar a casa
para que no un había perdido completamente'l día, lo que no un sabía'l maestro era que'
l muy porreteru había perdido ya l'año, o mejor todavía: los años. El fin del
recreo ha coincidido con su llegada y en la entrada al aula se ha dejado sentir por su parte un:
-Maestro, he sido yo.
-No, no, he sido yo –ha corregido otro compañero. Una guerra de fuis yos han sido sonando desde todos los rincones del aula.
-¿Vosotros?
No, hijos, no. Ayer vino la fantasma a mi vez papá. Desde que ha muerto en un
me deja en paz. En un me perdona por no un llevar a En el a su entierro
–ha dejado escapar el maestro.
-¿Qué dice maestro? Está enloqueciendo. ¿De que En el está hablando? –ha preguntado Pin.
-Su babosa, Pin, su babosa –ha dicho'l maestro.
-Anda
la osa. Pues la tenemos gorda. ¿Qué babosa ni qué niños muertos? He Sido
yo'l que le di el cachete a Lluis. He Sido yo'l qu'he organizado'l juego'l moscón
–ha confesado Pin.
-D'ese nada, he sido yo –los han soltado otros.
-No, no, no. Queréis volverme loco. Lluis, mañana quedas sin recreo, por no un rechistar.
Cada vez
que metía'l cuezu Selina, salía esquilado yo. Seguramente qu'ha obligado a Pin
el Manaces a confesar cuando le asir la tarde anterior. D'ese
achuquine ha salido toda la movida de la confesión y d'ella ha salido'l mío castigo
por parte'l maestro. Lo llevaba de coge pan y moja. He Decidido hacer todos los
problemas mal en aquella hora matemáticas, total iba a dar igual. Estaba
harto de que todos acabaran montar.
Jamás
había pensado que hacer cosas mal me había llevado tan poco tiempo.
Poner lo
que le apetezca a uno en los problemas me dejaba libre para mirar por la
ventana o para
controlar que Pin el Manaces holgazaneaba hasta decir basta. El muy
canalla estaba
lanzando papelos con una goma'l por el a los otro camaradas del aula,
aunque conmigo parecía que la cosa cambiaba, en un's acercaba ni un
papel a mi pupitre. En un había tenido del todo mal la intervención de
Selina,
prefiero un recreo a ser yo l'escogido del señorito Manaces para llevar.
Estando
atisbando por la ventana, ha llegado algo asemejado a una lliona metida
en un
abrigo píeles y con unas zarpas pintadas d'uno azul ablayante que iban a
juego
con su gorro de cosaca. La acompañaba uno leve tremor en suelo
que hacía que los habían caído pocos carteles qu'aún se sujetaban en la
pared
después de la frescacha que en los los corriéramos del pueblo la noche
anterior. Aquel adefesio con aspiraciones de princesa era grandona en
todas las direcciones y más ufana qu'una gata relamida, todo ello
envuelto
en un papel d'antipatía que atufaba a naftalina malpenes oler.
-¡Oy,
qué aula más bella! Y que profesor más amable y generoso. Por el olor
se le nota que cumple usted todas las normativas vigentes. Huelo que
trabaja usted el entorno y que ha montado recientemente una pequeñita
pocilguita para desarrollar la unidad de los animalitos de la
granjecita. Muy bien, muy bien. Oportunamente, mí honesto caballero, soy
la inspectora de zona de este curso escolar y como pasaba por aquí al
lado, me he dicho, acerquémonos a visitar esa escuelita tan lindamente
pintada.
Don
Justo empapiellóse todo y en un ha sabido contestarle otra cosa que no un
había sido una riestra de sonidos guturales con entonación d'asentimiento y gozo;
en cambio, todos habíamos inquirido que era una cumplimentera en el momento que nada
bueno se podía asperar. Nos la iba a meter a nosotros con ese de lo bien
pintada que estaba la escuela, si la última vez qu'aquellas paredes de roca
la olieran pintura había sido en el mismo instante en el que Playu la organizara Reconquista.
-Por
dios, y que limpieza por dentro. Veo que en el las falta de nada. Por cierto,
y esperando siempre que en el las suponga una molestia, me podrían
decir si han recibido una linda cartita con una llavecita en
su interior.
Un
respingu ha recorrido'l mío cuerpo y ha hecho que me había levantado algunos
centímetros del pupitre. He Notado que dalguién clavaba los ojos en mí y en
un los separtaba ni queriendo.
-¿Puedo ir al excusado? –he preguntado con el aquello de disimular.
-Por
supuesto mí joven y valeroso amigo. Vaya usted al inexcusable lugar
donde realizamos las más bajas actividades de nuestro cuerpo.
Al
levantarme me he fijado en el maestro, seguía con la cara desconcierto
que le regaláramos el dúu esfarrapador en nuestra visita nocturna. El
muy zote
en un dejaba d'observar con gesto crédulu todas las alabanzas que la
otrale
soltaba, parecía pedir que dalguién lo había peñizcado para saber si
todo aquello
era un sueño o estaba despierto en el quinto cielo. Se localizaba tan
obsequiado que no un decía rispiu y namái dejaba cuyas manos
habían andado abejando sin ser a encontrar su sitio. En un se había
percatado
todavía que la muy lenguatera la nombrara llave, aún más si pensamos
qu'él había enviado bastante cartas a la Consejería mostrando'l so
tribulación por la cantidad desmesurada d'ellas que llegaran a la
escuela. Don Justo namái estaba para que le comieran la oreja con
cumplidos
de medio pelaje desordenados por una inspectora que chipletiaba a
centenares.
-Verán,
es que ha sido un fallito mínimo de ordenador. Y es que las nuevas
tecnologías es lo que tienen, un con poco que muevas tú dedito cambia
completamente la palabrita y lo que ella envuelve. Y en el será por
dinerito. Nuestra consejería está todo el día actualizándose. Aller sin
ir más lejos en los ha llegado el eskanerito más moderno del mundo. A lo
que íbamos: en vez de poner mí direccióncita, han puesto la de esta
escuelita en la carta, y aquí me tener, poniéndome mis zapatitos de taconcito
alto y dándome una vueltecita por estos vericuetitos a por la
llavecita.
Tras
salir de mi espionaje en el excusado he pasado pegado a ella y he sido
a vela mejor: era uno ejemplar entre cacatúa y elefante en una lucha
salvaje entre´
l so tamaño y su personalidad; el parpadear constante y el movimiento a
rabiar
de los labios confirmaban también la participación d'un
chimpancé en su costosa gestación; los brazos y las manos se movían
completamente como una serpiente silbante y traicionera; las piernas y
los
píes se asemejaban por embargo a un pingüino en en medio de d'una
derrotera de cucharas.
Su linaje se acercaba todavía a algún animal más pero he preferido
dejar para mejor momento, sus antepasados merecerían otra novela
aparte.
-En
fin, tengo un poquito de prisita. Me podrían decir de una vez por todas
si han recibido o en el esa cartita con la llavecita.
En
cuantas ha terminado de hablar, me la dio sensación que se desinflare como
un globo al pinchar con un alfiler. Había Dejado caer l'interrogante como si
nada, quedándose toda rabanera a l'aspera de contestación; en cambio, sabía
de sobres qu'un miedo angustioso recorría l'aula. El maestro ha tambaleado
un no con dúbides en forma de medio recuerdo d'unas cartas a la
Consejería. Ella infló'l pecho y ha organizado gritar:
-¡Calle, lución toreyudu!
-Deje
a nuestro maestro en paz, pita qu'irrita. Como ve, también yo sé finar
palabras en -ito –ita –le he dicho dando un paso para endelantre e
intentando empujar para el suelo.
El
maestro me ha mirado empapiroláu, en un era a creer, siempre había dado
muestras
de ser un niño dócil. Los camaradas de clas, y digo camaradas acalorado
por el momento, han pasmado con mi reacción. Por embargo la
inspectora, con cara enfurruñada, me ha asido por el jersey y ximielgóme
hasta
hartar. Entretanto me sacudir, me ha dado unos cachetes con sus manos
aforfugantes y me ha levantado de impulsivo hasta cuasi'l techo. Empecé a
girar
en el cuarto más qu'unas agujas de reloj locas y he caído en suelo en
cuantas la muy xixilistrona me ha soltado. Como un periscopio de
submarino en
plena guerra ha cambiado su posición d'observación y dirixó su mirada
para don Justo.
-O
aparece la llave o le monto un expediente que se le funde el misterio
-ha dicho con sonido a rencor-. Oportunamente, hable con su alcalde para que
le ponga el alcantarillado y deje el aula de apestar a pocilga. ¡Ah! Y
dígale a la vaga de la limpiadora que se esmere si en el quiere ponerse a la
con la en el paro. Dentro de dos días volveré y más vale que haya
aparecido esa dichosa llave. Le va la vida en él.
El
huracán que ha producido al dar media vuelta ha levantado todas las
hojas de las
libretaes que han cimbrado más que las alas d'una mosca. Cuido qu'al
salir
como un torbellino en un ha visto l'escalón y ha caído boca arriba ante
la mofa general de la clas. La rabuda de la esculibierta toreyuda fungó y
ha dado
saltinos para asir el paso. Ha Encaminado para el coche pisando todos
los barrizales
qu'encontraba por el camino y ha colado lanzando relámpagos a todo el
que serle ponía
por delante.
-Anda, si era tan asturiana como nosotros –ha afirmado Xandra.
- Pero avergonzada d'ello –me ha salido a medias entre'l dolor y la rabia.
El
maestro me ha asido y me ha abrazado como un osezno agradecido, en un
soltando su
presa ni a empujones. Xandra ha hablado despacio con él y le ha pedido
toda
melosa que me dexar libre. Pin el Manaces le ha dicho a Xandra que
colara
d'allíque era problema mío salir de los brazos del maestro. Ellaque
era medio novia d'él, le ha mandado callar y se la sacó lengua toda
enfurruñada. Aquello me ha valido por todos los cachetes y todas las
vueltas por los aires
que la inspectora me había dado. Desde siempre que yo refrescaba por
Xandra
pero Pin el Manaces ha metido su pezuñas de por medio y en un he estar
con nada que
hacer. Los otros alumnos de la clas se han acercado a nosotros y han
ayudado a Xandra
en la tarea de desprendeme del maestro. Pin ha colado de la escuela
refunfuñando
algo así como que todos estábamos contra élque d'aquella nos íbamos a
acordar. Cuasi se la pega contra mi prima Selina,'qu entraba
en el aula, pero el muy cobarde ha huido a todo gas d'ella. ¿Por qué no
un
m'extrañaba?
-Anda
que no un estás tú un migayín gallo –ha dicho Selina-. ¿Qué es ese de
que t'has enfrentado a un rinoceronte con zapatos de tacón?
-Tu
primo nos ha enseñado a todos lo que es ser valiente –le ha atajado
Xandra-. Mejor le llevabas para casa y le dejar descansar.
Mi
prima me ha recogido entre algodones y ha salido conmigo de la clas.
Alguna alma caritativa la avisara para que pasara a buscarme y me
llevara a casa.
Montamos en su moto y hemos salido del lugar entre besos y aplausos de
toda la reciella.
Por el espejo retrovisor la he visto cara enloquecida que tenía mi prima
cuando me miraba. Riíme en silencio, me localizaba feliz de todo el
qu'había acaecido, estaba más ancho qu'un panchón, además había logrado
que Selina
había pasmado conmigo. Tras llegar para casa le he relatado toda la
historia entretanto ella se tascar la nariz y ponía cara de pasmo a cada
paso que daba en el
relato.
-En un
sé cómo lo hacer pero ese debe solucionarnos muchos problemas. En un
sabes lo'qu has avanzado esta mañana en el misterio la llave. En un lo sabes tú
bien. Esa loca seguramente que en los arreglará más historias de quienes
s'imagina.
-En un soy a pensar nada en estos momentos. Mejor me tumbaré.
-¡Varón!
Defendido por Xandra y todo, como para pensar estás tú. Veti para la
cama, veti. Y sueña con la xandrina. Digo,… con los angelitos.